domingo, 12 de junio de 2016

Transformaciones 1

Vamos a ver una primera selección de cuadros destinados a estar presentes en mi próxima exposición.
Comenzaremos por mostrar algunas piezas de la serie transformaciones, realizada entre mil novecientos noventa y uno y mil novecientos noventa y cuatro, Expuestos por primera vez en el noventa y cuatro.

Medusa. 1991
Óleo sobre lienzo 146 X 114
Este cuadro inicia la serie de esta exposición. Está basado en un sueño en el que veía un maravilloso color en la lejanía y me decía a mí misma: "tengo que llegar al azul"

En el centro del laberinto
Óleo sobre lienzo 195 X 130
En el centro del laberinto es donde se produce la transformación de los dos opuestos en una sola cosa. En los ritos de iniciación este centro es el sí mismo, en sentido jungiano el sí mismo es a la vez centro y totalidad.
"El significado cultural y la interpretación del laberinto como símbolo es muy amplio y rico. Está presente en diversas culturas, épocas y lugares, presentándose siempre como un símbolo ligado a lo espiritual. Por ejemplo, muchos laberintos dibujados en el suelo servían como una especie de trampa que atrapaba a los malos espíritus. Se conoce esta función desde la prehistoria en adelante. Incluso en algunas iglesias católicas es posible encontrarlos trazados en el piso, cerca del baptisterio (lugar donde se bautiza a los nuevos fieles). En algunas casas, la imagen del laberinto se trazaba en la puerta de ingreso, como sistema de protección. Pero una de las más importantes significaciones del símbolo del laberinto está asociado a los rituales de iniciación. Por lo tanto, el laberinto es el símbolo que representa la búsqueda del centro personal, del sí mismo del ser humano. Para el encuentro de tan preciado hallazgo, se requiere de un ritual iniciático que implica la superación, en distintas etapas, de una prueba."
Los opuestos
Óleo sobre lienzo 195 X 130 cm.
 Para la realización de esta pieza se presupone que previamente ha habido una fractura que ha dividido al ser en sus opuestos. Ahora se representan dichos opuestos como el blanco y el negro que se encuentran en un movimiento líquido dando lugar a formas que, caprichosamente, nos evocan genitales, en una unión de lo masculino y lo femenino, al fin y al cabo, los opuestos.




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